Julio Navarro: “La materia oscura y la energía oscura son el desafío intelectual de nuestra generación”

Por sus aportes extraordinarios a la astronomía, la Universidad Nacional de Córdoba otorgó el título Doctor Honoris Causa al científico nacido en Santiago del Estero. Lo hizo en el marco de una ceremonia llevada a cabo en el Salón de Grados del Rectorado Histórico, que finalizó –tras las formalidades protocolares– con el homenajeado acariciando las cuerdas de una guitarra mientras entonaba una zamba santiagueña. [05.12.2023]

La distinción académica es un homenaje a la trayectoria de Navarro, quién llegó a Córdoba desde su provincia natal en la década de 1980, con el mandato familiar de estudiar ingeniería, pero con una vocación que terminó alimentando en las aulas del Observatorio Astronómico de Córdoba, donde realizó sus estudios de grado y posgrado.

Apenas una década pasó entre su tesis de licenciatura –“Influencia de la Masa Invisible en la Dinámica de Sistemas Extragaláctico” (1986), dirigida por José Luis Sérsic–, y la publicación de dos papers sobre el perfil de densidad de la materia oscura que marcarían un punto de inflexión, tanto en su carrera como en la campo de la física.

En coautoría con Carlos Frenk y Simon White, ambos artículos científicos le valieron tiempo atrás su inclusión en ‘Citation Laureates‘ , la nómina de personalidades de la ciencia cuyos trabajos se encuentran entre los más citados en el mundo.

Citation Laureates‘ es elaborado por el Institute for Scientific Information y analiza las citaciones de más de 50 millones de artículos indexados en la Web of Science entre 1970 y 2020.

De todos ellos, sólo 992 tienen entre 5.000 y 9.999 citaciones. Entre estos se encuentran los de Navarro, Frenke y White: The Structure of Cold Dark Matter Halos (1996), mencionado 5679 veces; y A Universal Density Profile from Hierarchical Clustering (1997), citado en 7241 oportunidades.

Tras recibir el diploma de manos del rector Jhon Boretto y una medalla de parte de la vicerrectora Marcela Marchisio, Navarro compartió su mirada sobre lo que significa hacer ciencia. “Cuando comencé, pensé que hacer ciencia era resolver problemas. Luego me di cuenta que no era así. En el fondo, no se trata de responder interrogantes, sino de hacer mejores preguntas”, sintetizó.

Sobre la labor de enseñanza que asumen quienes también investigan, Navarro apuntó que los científicos y científicas cuentan, en realidad, historias: aprenden a describir la naturaleza, lo que les interesa, y los transmiten como historias.

Esa tónica, precisamente, imprimió al resto de su alocución. Recordó las noches en su tierra natal, de pequeño, cuando se dormía en el patio por el calor y los cortes de luz en la noche dejaban que la luz de las estrellas floreciera en el firmamento. “Me enamoré del cielo del sur y decidí estudiar astronomía”, rememoró el científico.

Luego se detuvo en el interés de la humanidad por conocer el origen del Universo. “Todos los grupos humanos tienen una cosmología, todos pensamos que venimos de algo. Pero recién hace 50 años hemos podido, por fin, poner esa historia de un origen común en términos científicos”, subrayó.

Enfatizó, sin embargo, que todavía existen preguntas sobre la composición del Universo para las cuales tal vez no se tenga respuesta en mucho tiempo: la materia oscura y la energía oscura.

No dudó en considerar ambos tópicos como el principal desafío intelectual de su generación, así como la explicación del movimiento de Marte lo fue para la comunidad astronómica del Medioevo. “Ojalá en los años que me queden de trabajo y vida, tengamos algún indicio de qué son esas cosas”, deseó.

Navarro cerró sus palabras repasando los nombres de personas que dejaron una marca indeleble en su vida, tanto en el plano profesional y académico, como personal.